jueves, 13 de febrero de 2014

ÍAY, DE LOS CONGRESISTAS SOBERBIOS!



Oh cristianos soberbios, miserables y débiles, que enfermos de la vista del entendimiento, os fiáis en vuestros pasos retrógrados! ¿No observáis que somos gusanos nacidos para formar la angelical mariposa que dirige el vuelo sin impedimento hacia la justicia de Dios? ¿Por qué se engríe soberbio vuestro ánimo cuando son defectuosos insectos como crisálidas que no llegan a desarrollarse? (Purgatorio X, 115-132).

El Canto pertenece a Dante Alighieri, autor de la Divina Comedia. Lo  recordé  leyendo las críticas que se ha ganado la congresista Zenaida Uribe , en los últimos días, a quien se le acusa de presionar al ex director del Colegio Alfonso Ugarte , Lizandro Quispe, para que mantenga un contrato con una empresa privada, bajo la amenaza de perder su puesto.

Como era de esperarse , la congresista niega todo  tipo de relación ,  vínculo laboral   y vinculación sentimental con el gerente de Punto Visual pero  testigos apuntan a que la nacionalista sí realizó gestiones para que le referida empresa obtenga contratos con colegios para la colocación de paneles publicitarios como la  ex subdirectora del colegio Melitón Carvajal, Maribel Sánchez Vargas, quien refirió, en declaraciones a un medio de comunicación que la susodicha  acudió hasta el referido centro educativo, en el distrito de Lince, para colocar un panel de Punto Visual.

Según su colega , Cecicia Tait, ha caído en el pecado de la ambición y del poder;  pero había que agregarle que también, el  abuso del poder, mezclando su rol  de congresista con el tráfico de influencias para favorecer en los contratos a una empresa , presionando a servidores públicos para que acepten o cedan en el contrato con la a empresa de publicidad Punto Visual .

 Estas conductas, además de ilícitas, son a signos de arrogancia y soberbia, expresión de aquellos políticos oportunistas y  sinvergüenzas que abundan en nuestro medio y que dan la razón aquellos que piensan que cada sociedad  merece los políticos que tiene o los congresistas que tenemos, muchos de los cuales les gusta atarantar, olvidándose que el cargo  es para servir y no para servirse.

 Zenaida Uribe se olvidó de la cuna humilde donde nació y que los votantes la eligieron, porque creyeron que iba a ser un buen trabajo en el campo del deporte , pero ha caído , como muchos congresistas en la soberbia , dejándose embriagar por el poder temporal , y se cree la última chupada del mango ,  con ínfulas de primera dama. Es que acaso no es consciente de que sólo le queda dos años y  no creo que pueda volver a ser elegida, hasta se ha peleado con nuestras otras matadoras, que un día fueron compañeras en la selección de Vóley.

Los vanidosos siguen siendo los predilectos del demonio.

Lo que ha hecho la congresista oficialista es fiel expresión de la baja imagen que tiene el Congreso y los congresistas de la República que para  conseguir riqueza, fama y poder, venden su alma al diablo y se entregan a intereses particulares como grandes lobistas.  La congresista oficialista,  al parecer, tiene costumbre de comportarse de esta manera, anteriormente tuvo una  infeliz actuación con una policía femenina .

Ignora que la  humildad no es un concepto , es una  conducta, un modo de vida y que constituye el pecado favorito  Satanás porque es  a través de ella que  consigue todas  las almas que se proponga. A los soberbios se le conoce con solo mirar su rostro , se les nota autoritarios, abusivos, cínicos, y la culpa es de aquellos que los eligen . Ojalá que esto no se repita con otras personalidades como la matorcita elegida la mejor del mundo.

El alma se valoriza en el poder.

Uribe debe saber que todo  llega a su final, nada dura para siempre, algún día bajará de su nube y volverá a su realidad , por eso, hay que ser humilde y que el   alma se valoriza en el poder  . La   piedra de toque para valorizar a un alma no debemos buscarla en el infortunio sino en el poder. Encumbremos al justo y en la cima descubriremos imperfecciones que no lo notábamos en el llano.

El poder se ha vuelto un drama en el mundo contemporáneo por la obsesión de su búsqueda como lo anota Augusto Roa Bastos, el ilustro autor del Yo Supremo,  la novela referente a un dictador. Muchos de nuestros políticos, no están  libres de  este drama. Cuando uno los observa se da cuenta que de que ya nada queda de ellos cuando fueron elegidos como congresistas , y de lo que eran  sólo existen sombras . Han perdido el valor, la audacia, la integridad,  y se han dejado arrastrar por el miedo de perder los goces y privilegios que les permite ese mortal  pero efímero  goce del poder . ¡ Cuántas genuflexiones ¡ ¡Cuántas soberbias ! ¡Cuántos perjurios y cohechos!

Muchos , han  sucumbido a la  fragancia del poder, al  más poderoso de los perfumes afrodisíacos, al más potente estimulante,  a ese , elixir insuperable que dispone y pone a patinar la mente humana, en toda época y tiempo, sin distinción de ninguna clase. Nada  corrompe y malea tanto  como el ejercicio del poder, por momentánea y reducida que sea.
A mayor encumbramiento, mayor ignominia, pues hubo que arrastrarse más para subir más alto .El hombre disfruta el poder, usa y abusa del mismo, lo estira como una goma de mascar y de tanto frotarlo en el paladar, le succiona, primero el sabor y luego lo transforma en una pequeña semi plástica, negruzca , que ha perdido todas sus propiedades.

El poder excita y aturde , transforma , desubica, a veces, ciega y no se encuentra en un cocktail con la sombra de lo que fue un amigo, fría y rancia la mirada, los ojillos como puestos en alcanfor para protegerse de las polillas pasajeras de la noche.El poder desde épocas muy lejanas ha sido el botín más deseado por los déspotas y los sin alma.Su alma es poseída por esos deseos irrefrenables  de  usurpar una posición a la que sólo deberían aspirar aquellos que se preocupan por el bienestar de los ciudadanos, sin importar corriente ideológica o religiosa, sexo, nivel económico o etnia .


Sería recomendable para muchos Padres de la Patria que lean o relean la obra RICARDO III,  escrita por Shekespeare entre 1592 y 1593 . El  dramaturgo nos  muestra cuán letal puede ser el poder en manos de los menos indicados y cómo ese mismo poder, como una especie de justicia poética , los lleva a su ruina y a su propia desaparición. Esta obra nos  recuerda que si los  políticos y gobernantes no están al nivel de las exigencias y necesidades de la población la culpa la tiene aquellos que los eligen por la vía electoral o aquellos que los pusieron en  esos delicados puestos .

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