El
7 de octubre del año en curso se llevó a cabo la ceremonia de clausura del LII CURSO Regular de Comandos del Ejército Peruano - 2012.
Hacía mucho tiempo que no recibía una tarjeta de invitación para la ceremonia de clausura del curso regular de comandos del EP; ceremonias, tan esperada por todos los comandos de
ayer y de hoy .
Esta vez , recibí una tarjeta de invitación, un día antes, gracias a la gestión del comando Carlos Cochachin Ramirez.
Así que , embargado de emoción, me aliste para asistir a esta magna ceremonia que se realiza todos los años en la Escuela de Comandos , en Chorrillos.
Esta vez , recibí una tarjeta de invitación, un día antes, gracias a la gestión del comando Carlos Cochachin Ramirez.
Así que , embargado de emoción, me aliste para asistir a esta magna ceremonia que se realiza todos los años en la Escuela de Comandos , en Chorrillos.
Busqué
entre mis recuerdos aquel emblema de Pachacutec que te colocas en la solapa y la boina negra que recibí cuando culminé el XV
Curso Regular de Comandos y V Internacional, allá por los años de 1997, y sólo
pude encontrar el emblema , más no así la boina negra. Con terno o uniforme ,
es costumbre que asistas a la ceremonia con una boina negra y el emblema, así
que se sentí un poco incómodo, pero en fin, me consolaba pensando que no sería
el único de los comandos que se dan cita ese día de las distintas promociones ,
ya sean viejos o jóvenes, enfermos o
saludables; todos, tratan de participar de la ceremonia de clausura en
la Escuela de Comandos ; un lugar
considerado un templo de devoción en donde se forjan soldados con temple de acero .
El
comando es una fuerza de élite en el Ejército Peruano , su formación es
bastante dura y exigente, durante los seis meses que dura el curso , el alumno aprende
técnicas de alta montaña, anfibio, manejo
de explosivos, manejo de todo tipo de armamento y vehículo, paracaidismo de caída
libre , navegación terrestre, patrullas, etc.
Pero
lo principal, el comando se forma para ser “vencedor de imposibles”.
Bien
dicen que si le das a un comando un segundo de vida, es suficiente para revertir
la situación y vencerte.
El
destino me dio la oportunidad de ingresar
y culminar el curso de comandos en el año de 1977.
Ese año ,
de 33 que empezamos el curso
regular, sólo culminamos, 19.
Eso
da una idea que muchos son los llamados pero pocos los elegidos.
Sin
lugar a dudas fue un pedido bastante temerario y audaz, cuando me desempeñaba
como parte del equipo de seguridad del primer ministro, ministro de guerra y
comandante general del EP, Arbulú Galliani “ El Gato”, solicitarle en una de esas
tantas veces que se volvía magnánimo y aperturaba el diálogo con el personal de
su seguridad personal, que me conceda una vacante para la escuela de Comandos .
Fue inicios de 1977 y recién había egresado del Centro de Instrucción de la PIP
como alférez de la Policía de Investigaciones .
En
esos momentos de apertura del ministro, todos los integrantes del equipo de seguridad- la
mayoría militares- le pedían cambios, ascensos, etc.
Yo solo le pedí algo que
le causó hilaridad al ministro , que me conceda una vacante para la Escuela de
Comandos .
El
segundo hombre más poderoso del Gobierno de aquel entonces, me miró como un
bicho raro , pensando tal vez que no
sabía qué era la Escuela de Comandos , así que, diplomáticamente , me dijo que
iba a pensarlo .
Insistí tanto , que al final , me hizo ingresar un día a su despacho y
me dice si estaba preparado para seguir el curso de comandos al día siguiente.
El día siguiente era casi una semana después que el curso había empezado.
Así
y lo hice, entré por la ventana al curso , sin ser paracaidista- tuve que
seguir el curso en quince días – violé el templo sagrado de los comandos y como era de
esperarse, la consigna entre los instructores era acabarme en no menos de
quince días ,ya que era una advenedizo que se había atrevido pisar un lugar
sacrosanto.
Así
que ya ustedes pueden adivinar lo que fue para mí el curso de comandos , una
pesadilla, un constante rotar, caserito para quedarme los fines semanas por
cualquier motivo, y el primero de los primeros en todas las pruebas.
Tuve
que emplear mis mejores estrategias para culminar el curso , midiendo y
calculando las fuerzas , reservando energías , aprendiendo, observando y sobre todo, manteniendo una estricta
disciplina y subordinación para evitar que encuentren cualquier detalle que sea
motivo para proscribirme .
Tuve
excelentes y bravos monitores e instructores que tuvieron la consigna de
arrojarme de su templo sagrado en el menor tiempo posible, pero al final ,
aceptaron que no había motivos fundados porque con el tiempo me fundí como uno
de ellos, pensando , actuando y sintiendo como un comando .
El
cuerpo y la mente se acostumbran al sacrificio y la voluntad se acera . Logré culminar
el curso con honores y actualmente, con mucho orgullo y satisfacción puedo
decir que soy un único policía que se recibió de comando del curso regular hasta
la fecha .
Hubieron
algunos valiosos intentos de otros policías pero no lograron culminar el curso,
de los que recuerdo, uno de ellos fue Yunis, quien dejó huella en el curso y en
la escuela, pero por azar del destino no pudo recibirse de comando .
El
día de la ceremonia del LII Curso Regular de Comandos, el 7 de octubre último, estuve envuelto en un
mar de sentimientos y recuerdos .
Cada
rincón, lugar, espacio, jardín, pista de combate , pabellón donde están las aulas y los
dormitorios , son recuerdos que te llenan de nostalgia y te inyectan de ese
espíritu combativo del comando , de ese hálito vivificante , de ese calor que
te envuelve y te pide ser parte del grito del comando: ¡ Sólo para hombres
decididos!
Es
verdad, el curso regular de comandos sólo es para hombres decididos, en donde
pones a prueba tu voluntad, temple, tenacidad, perseverancia, valor ,
iniciativa, etc.
Es
el lugar en donde aprendes a ser vencedor de imposibles y en donde compruebas
que la resistencia del hombre es inconmensurable.
Después
de la ceremonia oficial dirigida por el coronel director de la Escuela de Comandos,
Abel Morocho Rojas, pasamos al salón del brindis, cerca a la piscina, en donde
se entregaron las insignias a los egresados del curso regular y se hizo el
BRINDIS DEL COMANDO .
El
encuentro fue con viejos y jóvenes comandos , tanto de cuerpo como de espíritu.
El
comando siempre se caracteriza por su amistad y confraternidad, así que esa
noche salí bastante premiado con una boina negra nueva y una corbata amarilla
de los comandos .
Y
sobre todo, recibí el cariño y afecto de todos los comandos que hasta hoy no
conciben cómo un policía , ese bicho raro de la sociedad, logró profanar su
templo sagrado , ingresando al curso por la ventana y recibiéndose con honores
con los soldados de la élite del EP.
Cuando
los veía en ese trance de dudas , le decía con ese grito del comando que retumba
las paredes : ¡ Sólo para hombres decididos!
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