miércoles, 5 de diciembre de 2012

¡ Sólo para hombres decididos!




El 7 de octubre del año en curso se llevó a cabo la ceremonia de clausura del  LII CURSO  Regular  de Comandos del Ejército Peruano - 2012.

Hacía  mucho tiempo  que no recibía una tarjeta de invitación para la ceremonia de clausura del curso regular de comandos  del EP;  ceremonias, tan  esperada por  todos los comandos de ayer y de hoy .

Esta vez , recibí una tarjeta de invitación,  un día antes, gracias a la gestión del comando Carlos Cochachin Ramirez.

Así que , embargado de emoción, me aliste para asistir a esta magna ceremonia que se realiza todos los años en la Escuela de Comandos , en Chorrillos.

Busqué entre mis recuerdos aquel emblema de Pachacutec que te colocas en la solapa y  la  boina negra que recibí cuando culminé el XV Curso Regular de Comandos y V Internacional, allá por los años de 1997, y sólo pude encontrar el emblema , más no así la boina negra. Con terno o uniforme , es costumbre que asistas a la ceremonia con una boina negra y el emblema, así que se sentí un poco incómodo, pero en fin, me consolaba pensando que no sería el único de los comandos que se dan cita ese día de las distintas promociones , ya sean viejos o jóvenes, enfermos o  saludables; todos, tratan de participar de la ceremonia de clausura en la  Escuela de Comandos ; un lugar considerado un templo de devoción en donde se forjan  soldados con temple de acero . 

  
El comando es una fuerza de élite en el Ejército Peruano , su formación es bastante dura y exigente, durante los seis meses que dura el curso , el alumno aprende técnicas  de alta montaña, anfibio, manejo de explosivos, manejo de todo tipo de armamento y vehículo, paracaidismo de caída libre , navegación terrestre, patrullas, etc.

Pero lo principal, el comando se forma para  ser “vencedor de imposibles”. 

Bien dicen que si le das a un comando un segundo de vida, es suficiente para revertir la situación y vencerte. 

El destino me dio la oportunidad de  ingresar y culminar el curso de comandos en el año de 1977.  

Ese año ,  de 33 que  empezamos el curso regular, sólo culminamos, 19.

Eso da una idea que muchos son los llamados pero pocos los elegidos.

Sin lugar a dudas fue un pedido bastante temerario y audaz, cuando me desempeñaba como parte del equipo de seguridad del   primer ministro, ministro de guerra y comandante general del EP, Arbulú Galliani “ El Gato”,  solicitarle   en una de esas tantas veces que se volvía magnánimo y aperturaba el diálogo con el personal de su  seguridad personal,  que me conceda una  vacante para la escuela de Comandos . 

Fue inicios de 1977 y recién había egresado del Centro de Instrucción de la PIP como alférez de la Policía de Investigaciones .

En esos momentos de apertura  del ministro,  todos los integrantes del equipo de seguridad- la mayoría militares- le pedían cambios, ascensos, etc. 

Yo solo le pedí algo que le causó hilaridad al ministro , que me conceda una vacante para la Escuela de Comandos .

El segundo hombre más poderoso del Gobierno de aquel entonces, me miró como un bicho raro  , pensando tal vez que no sabía qué era la Escuela de Comandos , así que, diplomáticamente , me dijo que iba a pensarlo .

 Insistí tanto , que al final , me hizo ingresar un  día a su despacho y me dice si estaba preparado para seguir el curso de comandos al día siguiente. 

El día siguiente era casi una semana después que el curso había empezado.

Así y lo hice, entré por la ventana al curso , sin ser paracaidista- tuve que seguir el curso en quince días – violé el  templo sagrado de los comandos y como era de esperarse, la consigna entre los instructores era acabarme en no menos de quince días ,ya que era una advenedizo que se había atrevido pisar un lugar sacrosanto.

Así que ya ustedes pueden adivinar lo que fue para mí el curso de comandos , una pesadilla, un constante rotar, caserito para quedarme los fines semanas por cualquier motivo, y el primero de los primeros en todas las pruebas.

Tuve que emplear mis mejores estrategias para culminar el curso , midiendo y calculando las fuerzas , reservando energías , aprendiendo, observando y  sobre todo, manteniendo una estricta disciplina y subordinación para evitar que encuentren cualquier detalle que sea motivo para proscribirme .

Tuve excelentes y bravos monitores e instructores que tuvieron la consigna de arrojarme de su templo sagrado en el menor tiempo posible, pero al final , aceptaron que no había motivos fundados porque con el tiempo me fundí como uno de ellos, pensando , actuando y sintiendo como un comando .

El cuerpo y la mente se acostumbran al sacrificio y la voluntad se acera . Logré culminar el curso con honores y actualmente, con mucho orgullo y satisfacción puedo decir que soy un único policía que se recibió de comando del curso regular hasta la fecha .

Hubieron algunos valiosos intentos de otros policías pero no lograron culminar el curso, de los que recuerdo, uno de ellos fue Yunis, quien dejó huella en el curso y en la escuela, pero por azar del destino no pudo recibirse de comando .

El día de la ceremonia del LII Curso Regular de Comandos,  el 7 de octubre último, estuve envuelto en un mar de sentimientos y recuerdos .

Cada rincón, lugar, espacio, jardín, pista de combate  , pabellón donde están las aulas y los dormitorios , son recuerdos que te llenan de nostalgia y te inyectan de ese espíritu combativo del comando , de ese hálito vivificante , de ese calor que te envuelve y te pide ser parte del grito del comando: ¡ Sólo para hombres decididos!

Es verdad, el curso regular de comandos sólo es para hombres decididos, en donde pones a prueba tu voluntad, temple, tenacidad, perseverancia, valor , iniciativa, etc.

Es el lugar en donde aprendes a ser vencedor de imposibles y en donde compruebas que la resistencia del hombre es inconmensurable.

Después de la ceremonia oficial dirigida por el coronel director de la Escuela de Comandos, Abel Morocho Rojas, pasamos al salón del brindis, cerca a la piscina, en donde se entregaron las insignias a los egresados del curso regular y se hizo el BRINDIS DEL COMANDO .

El encuentro fue con viejos y jóvenes comandos , tanto de cuerpo como de espíritu.

El comando siempre se caracteriza por su amistad y confraternidad, así que esa noche salí bastante premiado con una boina negra nueva y una corbata amarilla de los comandos .

Y sobre todo, recibí el cariño y afecto de todos los comandos que hasta hoy no conciben cómo un policía , ese bicho raro de la sociedad, logró profanar su templo sagrado , ingresando al curso por la ventana y recibiéndose con honores con los soldados de la élite del EP.

Cuando los veía en ese trance de dudas , le decía con ese grito del comando que retumba las paredes : ¡ Sólo para hombres decididos!

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