jueves, 18 de febrero de 2010

La estafa a los peruanos con la compra de los camiones portatropas en el ministerio del Interior


Edicion 2117 18Feb10


Camiones, Culpas, Reacciones

La primera edición de IDL-Reporteros causó un fenómeno nuevo: que aparte de lograr un scoop, una primicia, los objetos de nuestra investigación sintieran que ellos más bien iban a lograr un scoop a costa nuestra. ¿Cómo fue? Se lo cuento.

¿Qué es IDL-Reporteros? Es una pequeña sala de redacción independiente dedicada al periodismo de investigación. Pertenece organizativamente al Instituto de Defensa Legal (IDL), pero con total autonomía editorial.

Es el primer caso en el Perú, hasta donde sé, de una sala de redacción independiente de los medios tradicionales. Ello es parte de una tendencia, de un movimiento en, sobre todo, las naciones libres del mundo, por crear alternativas que salven al periodismo de investigación del debilitamiento y decadencia que abate, salvo algunas excepciones, a la prensa tradicional en occidente.

Organizar una sala de redacción investigadora fue, para mí, un esfuerzo varios años, de proyectos que, en cuanto a dimensión, pasaron de musculosos a, digamos, fibrosos.

Al fin, resultamos involuntariamente románticos, y en la madrugada del 14 de febrero IDL-Reporteros (www.idl-reporteros. pe) publicó su primera investigación.

El título de la nota: Estafa camionera” describe la compra reciente, por parte del Ministerio del Interior, de 31 camiones portatropa israelíes, parte de un lote de 50 vehículos cuya compra fue rechazada el 2007 por el entonces ministro Alva Castro, alegando una sobrevaloración. Pero lo que se decía sobrevalorado en 2007, al precio de US$ 107 mil por camión, fue comprado ahora, con algunos cambios más bien cosméticos, por US$ 171 mil.

No solo eso: la nueva compra presentaba como nuevo (fabricado en 2009, como exigían las bases) a un camión fabricado el 2006-2007 al que le habían hecho algunos cambios domésticos, incluyendo el cambio de nombre, de Abir a Wolf2.

¿Por qué el cambio de nombre? Porque entre otras cosas, el modelo que ganó el apresurado concurso convocado por el gobierno aprista, el Abir M-426, se ha descontinuado para ser reemplazado por otro diferente, y ya no se fabricó en 2009.

Hubo, entonces, una estafa, al intentar ocultar que se trataba de los camiones Abir fabricados el 2006-2007 y al venderlos muy sobrevalorados. La sobrevaloración fue de alrededor de 2 millones de dólares.

La persona que organizó esta compra en Israel es Roni Lerner, quien trabajó con la pandilla encabezada por Zvi Sudit en los 90, y que basaron buena parte de su éxito en compartir coimas generosas con, sobre todo, Montesinos, pero también con Hermoza y otros generales. Montesinos confiaba tanto en ellos, que le dio a guardar a Sudit los 15 millones de dólares de la “indemnización” que le entregó Fujimori para que se fuera a Panamá.

Eso acabó con la confianza. Luego, Montesinos los acusó de haberle robado los 15 millones. Tanto Sudit como Lerner se acogieron a la “colaboración eficaz” y entregaron algo de dinero y un poco más de información. A cambio, quedaron libres y nada pobres. Y además, les quedaron contactos. Por lo menos Roni Lerner pudo decir en Israel desde el 2008, que tenía la suficiente influencia y palancas en el gobierno aprista como para poder vender a mayor precio lo que Alva Castro no había querido comprar a un costo muchísimo menor.


Esa fue la investigación, “Estafa camionera”, con la que inauguramos IDL-Reporteros.

Fue una nota en cuyo desarrollo yo preferí mantener una cierta distancia.

¿Por qué? Porque, como escribí al pie de ese artículo, conozco hace alrededor de 40 años a Leo Gleser, el presidente de ISDS, la compañía que ganó el concurso el 2006 y a la que se negaron a recibirle los camiones el 2007.

Nos conocimos muy jóvenes, por la práctica de Judo, y hemos mantenido amistad desde entonces.


Por eso, la mayor parte del reportaje fue hecho por el periodista Óscar Miranda y casi toda la edición por Jacqueline Fowks.

Una vez hecha casi toda la nota, sin embargo, era necesario hacer una última verificación, confirmación o precisión con las principales fuentes involucradas. Dada la magnitud de la estafa detectada, la principal respuesta correspondía al ministro Octavio Salazar.


Así que lo llamé, hablé con su edecán primero para tener la “entrevista corroborativa” y eventualmente con Salazar.

Para mí fue claro desde el primer momento que Salazar quería escurrir el cuerpo, zafar el bulto, cuanto fuera posible.

Me dijo que hablara con su viceministro Samuel Torres, el encargado de todo lo administrativo en el sector, que anteriormente había demostrado renuencia a hablar on-the-record.


El viernes 12, junto con Óscar Miranda, entrevistamos a Torres, en la oficina de éste; a Hans Heysen, jefe de Abastecimiento del ministerio; y a la abogada Patricia Seminario, también del ministerio.

En la entrevista, en la que además tomamos muchas fotos (incluso cuando llegó el jefe de prensa del ministerio, Gonzalo Rojas), quedó claro que sus respuestas eran insuficientes.

O no conocían el trasfondo del tema o pretendían no saberlo.


Publicamos el domingo 14. Al día siguiente, hubo una reacción histérica por parte del viceministro Torres y de su relacionista Rojas.

El ministro Salazar, con su mejor expresión de foca cunda, se mantuvo en el más elocuente silencio.


Pero Torres hasta ensayó su versión de scoop.

El lunes por la noche, en el programa de Jaime de Althaus, Torres mencionó, con impostada indignación, lo que yo había escrito, respecto de mantener distancia: ‘Me vino a entrevistar a mi oficina’, dijo, ‘e hizo todas las preguntas; y para que vea, aquí está una fotografía de Gustavo Gorriti en el ministerio, captada por una de nuestras cámaras de seguridad’.

Le pasó la fotocopia de una de esas fotos que, en efecto, captan las cámaras de ministerios, y Althaus la observó con la misma expresión que pone cuando se olvida del nombre de un entrevistado.


El intento del golpe de efecto le fue aconsejado, todo indica, por Gonzalo Rojas, el relacionista cuya trayectoria hace que el serpentín de Pasamayo parezca rectilíneo.

Pero incluyendo lo que borroneó algún descerebrado en Correo, el intento de golpe de efecto terminó en una bien lograda estupidez. Como dije en radio San Borja, con Glatzer Tuesta, una cosa es mantener distancia y otra abstenerse (se puede escuchar la entrevista completa en www.idl-reporteros. pe <http://www.idl- reporteros. pe> ). Por lo demás, si en vez de jugar al inspector Clouseau con las venerables cámaras del ministerio, nos hubieran pedido las fotos, les hubiéramos regalado varias en las que se nos ve entrevistando a Torres, Heysen y Seminario.


A estas alturas puedo decir que la actitud de Torres frente a las revelaciones que hizo idl-reporteros, es claramente culposa.

Mientras Salazar elude cualquier aclaración, Torres, el viceministro, demuestra voluntad de encubrir antes que de esclarecer.


Aquí reafirmo, con las mismas palabras, lo que IDL-Reporteros ha demostrado: que “los 31 camiones portratropas comprados el 2009 pertenecen al lote de 50 portatropas Abir que iban a ser comprados el 2007.

Los del 2007, a US$ 107 mil; los de 2009-2010, a US$ 171 mil: se ha estafado a los peruanos con un alto sobreprecio. ¿Va a investigar el ministerio o va a encubrir? ¿Van a asumir su responsabilidad el ministro Salazar y el viceministro Torres o la van a eludir? ¿Van a buscar los hechos y, sobre todo, las pruebas o van a esperar a que IDL-Reporteros se las termine de mostrar?

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