Ante la injusticia: nobleza...
Existe un creciente malestar en los miembros de las Fuerzas Armadas y PNP en actividad y retiro por la inaceptable situación de sus humillantes remuneraciones y pensiones, consideradas las más bajas de la región desde hace más de treinta años; con un sueldo básico malévolamente distorsionado (de siete centavos S/. 0.07); que ha originado una insostenible posición económica para la mayoría de los militares en nuestro país. En relación a esta situación, les confío dos historias, sobre hechos reales con nombres ficticios:
La historia del ciudadano Antonio.
Durante años, casi todos los viernes, voy a la playa de estacionamiento del gimnasio que frecuento, y le encargo a Antonio la odiosa tarea de lavar mi auto, él siempre lo recibe con una amplia sonrisa y buenos modales, armado con su balde, trapo y demás implementos. Antonio parece una persona muy feliz, por lo que le pregunté su secreto.
Antonio me contó que lava un promedio de veinte autos al día, ganando entre cinco y diez soles según el tamaño del vehículo y el servicio prestado; lo que hace 150 soles diarios, trabaja de lunes a sábado de 6 am. a 3 pm., lo que significa 3,750 soles mensualmente; restándole pasajes, comida, insumos y otros, puede tener un ingreso neto mensual aproximado de 3,000 soles, con lo cual mantiene decentemente a su familia.
Antonio no tiene ningún beneficio social, ni seguro, ni atención médica; pero, tampoco emite facturas, ni boletas, no reporta a ningún estamento del Estado, es un trabajador informal, independiente, él es su propio jefe; sabe que debe ahorrar para cualquier contingencia, y trabajar duro para dar a sus hijos la oportunidad que – tal vez – él no tuvo. Él es uno de los miles de compatriotas que se buscó y se hizo su propio puesto de trabajo, demostrando que el peruano es emprendedor, se adapta a las circunstancias y busca sobrevivir a pesar de la falta de oportunidades.
Antonio a sus 25 años, vive feliz con su situación.
La historia del Subteniente José.
José es un Subteniente del Ejército, estudió cinco años en la Escuela Militar de Chorrillos, bajo régimen de internado, tuvo que privarse de muchas satisfacciones de la vida universitaria y de la juventud.
Actualmente, José está destacado en Angusillas, un Puesto de Vigilancia sobre el río Putumayo en la frontera con Colombia; al frente, cruzando el río, actúan las FARC, y al otro lado, hacia nuestro territorio, se están incrementando los cultivos de coca y la presencia de narcotraficantes y sicarios.
Aunque parezca increíble para muchos, los militares necesitan dinero para vivir decentemente.
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Cada fin de mes, cuando funciona internet en El Estrecho (a dos días de camino), José conoce cuánto es su sueldo; este mes de marzo 2013, con el aumento, José ha recibido S/. 2,104 soles y si todo va bien, dentro de ocho años será Capitán y ganará 2,715 soles mensuales.
José a sus 25 años, vive preocupado por su situación.
Antonio vs José
- Antonio tiene un trabajo tranquilo de nueve horas, lavando carros, sin mayores preocupaciones, él es su propio jefe; El subteniente José no tiene descanso, su trabajo es de 24 horas al día, es responsable de treinta soldados y de un sector de frontera.
- El mayor accidente que puede tener Antonio es que se le quiebre una uña o se le caiga un balde; a José lo pueden asesinar en cualquier momento, o pueden enjuiciarlo si le pasa algo a su tropa.
- Antonio está seguro que todos los días a las 3 pm va a reunirse con su familia y que pasará Navidad, el día de la Madre y feriados con ella; José no sabe si podrá volver a ver a sus padres.
- Antonio todos los días ve televisión con sus hijos, los domingos va a la Iglesia o al cine; los feriados come pollo a la brasa o ceviche; José no tiene domingos ni feriados, ni TV, ni diarios, ni revistas, cuando puede mejora sus alimentos con una lata de conservas colombiana.
- Antonio tiene a la mano todo lo que requiere para su trabajo; José necesita chalecos antibalas, un equipo de radio que funcione, botas de jebe y otros implementos para él y la tropa a su cargo.
- Antonio gana lo suficiente como para mantener a su familia; José trata de ahorrar todo lo posible para tener una familia algún día.
- Antonio gana aproximadamente 3,000 soles mensuales y puede ganar más; José trabaja a dedicación exclusiva y gana 2,104 soles.
- A sus 25 años, Antonio puede postular al Congreso de la República; José tiene algunos derechos civiles restringidos.
- En los próximos diez años, es probable que Antonio gane lo mismo; José no alcanzará el mismo ingreso en ese tiempo, así ascienda a Capitán, y sabe que lo mandaran al VRAEM-C y otras zonas de peligro.
- Antonio promete realizar un buen trabajo, aunque puede fallar alguna vez; José ha jurado cumplir su misión, aún a costa de su vida, y sabe que no puede fallar.
- Antonio – tal vez - no quería este trabajo, hubiera preferido otro; José se ofreció voluntariamente a servir en el Ejército.
- Todos los días, Antonio recibe veinte agradecimientos por su labor; José nunca ha escuchado que alguien le diga ¡Gracias! por su trabajo, y posiblemente no escuchará nada parecido ni en veinte años.
- José no conoce a Antonio, pero ha jurado defenderlo a él y a toda la nación peruana, incluso con su vida de ser necesario.
Final de la historia.
José no ingresó al Ejército por un salario mensual, se enroló por el más alto y noble ideal de servicio a la nación, sabiendo que se trataba de la carrera más sacrificada, no reconocida, y permanentemente maltratada; pero aunque parezca increíble para muchos, José es una persona que necesita dinero para vivir decentemente, y suplir sus necesidades y las de su familia con un mínimo de dignidad.
José no entiende por qué los gobiernos desde antes que él naciera, hacen lo imposible para negar a los militares todo aumento económico y recortarles el poco bienestar que disponen, además se empeñan en cometer toda suerte de abusos y humillaciones contra los uniformados; no obstante todo ello, José no puede quejarse o reclamar, ni lo hará; está demasiado ocupado en sobrevivir y cumplir su misión en Angusillas.
Es momento que el gobierno ponga punto final a la mediocridad, al abuso, y a la injusticia…
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Los militares y policías proporcionan seguridad a la sociedad para que se desarrolle con bienestar; ante ello, lo justo y correcto sería que esta sociedad, por propia iniciativa, corresponda a los hombres de armas con un grado mínimo de bienestar. En este sentido, es inconcebible que las FFAA y PNP tengan que seguir mendigando por un aumento justo, continúen implorando por sus derechos, y se encuentren pidiendo limosna por cumplir o haber cumplido el sagrado deber de proteger a todos los peruanos, a sus riquezas y a todo nuestro país.
En una sociedad justa, es irracional que los militares y policías se vean obligados a enjuiciar al Estado, presentar demandas y acciones de amparo, organizar marchas y otras actividades, a fin de poder sostener con decencia a sus familias.
Los militares y policías en retiro, en actividad y todos los que hemos pasado lo mismo que José, no podemos permanecer callados ante tanta injusticia e ingratitud para con los miembros de las FFAA y PNP; quienes también son peruanos, que por vocación escogimos servir a nuestra Patria en una vida, que junto con la del sacerdocio, son las únicas que requieren dedicación completa y entrega total.
Los militares y policías persiguen uno de los valores más nobles que pueda haber: preservar la vida y patrimonio de la nación peruana; merecen justicia en su exacta definición, y es que “Justicia es dar a cada cual, lo que le corresponde”.
El Subteniente José no puede esperar otros 30 años…
FRASES A RESALTAR
Aunque parezca increíble para muchos, los militares necesitan dinero para vivir decentemente.
Es momento que el gobierno ponga punto final a la mediocridad, al abuso, y a la injusticia…
Es inconcebible que las FFAA y PNP sigan mendigando un aumento durante 30 años.
Gral Div "R"
FRANCISCO A. VARGAS VACA
FRANCISCO A. VARGAS VACA
Soldado del Ejército del Perú, Doctor en Administración y Catedrático Universitario de Escuela de Posgrado.
Artículo publicado en Revista Vivir Bien No 169. Marzo 2013. Lima Perú. Páginas 22 a 24.
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