Recientes sondeos de opinión revelan que la ciudadanía considera que el problema más importante que debe enfrentar el próximo alcalde de Lima es la seguridad ciudadana. La violencia que impera en las calles capitalinas crece cada día y nadie puede ya caminar con tranquilidad. ¿Qué plantean Lourdes Flores y Alex Kouri en este tema?
| Benedicto Jiménez | Para la Revista Juez Justo
Los dos candidatos a la alcaldía de Lima con mayor intención de voto hasta el momento, Lourdes Flores y Alexander Kouri, han revelado los principales ejes temáticos de sus planes de gobierno municipales y han demostrado serias debilidades en temas tan cruciales como la seguridad ciudadana.
Lourdes Flores incide en un liderazgo político a través de la presidencia del Comité Regional de Seguridad Ciudadana, diseño del mapa de riesgo social y prioridad en enfrentamientos contra delitos menores, módulos judiciales en comisarías para juzgar delitos y apoyo económico a la Policía Nacional para incremento de cuatro mil efectivos y capacitación en doctrina de policía comunitaria.
Por su lado, Alex Kouri apuesta por una articulación entre la municipalidad, la Policía y el Ministerio Público, equipos de televigilancia y sistema judicial rápido para sanciones a delitos menores, implementación de juzgados de tránsito y mayor coordinación con el personal policial.
A priori, se desprende que ambos no tienen una idea cabal de lo que significa seguridad ciudadana y de cómo encarar este problema de manera objetiva y real.
Han lanzado sus ideas centrales en el tema porque seguro alguien les sopló la pluma y lo que han dicho no es cosa del otro mundo, son cuestiones básicas, elementales, lógicas, pero se han olvidado de las principales.
Errores de enfoque
Hay que reconocer que tienen algunas nociones sobre seguridad ciudadana, pero la experiencia enseña que, muchas veces, las ideas, por más lógicas que parezcan, se estrellan con la realidad.
Por ejemplo, ninguno de los dos ha mencionado que la seguridad ciudadana es un tema transversal, que tiene relación con otros problemas, que atraviesa otros temas como el transporte, el medio ambiente, la inversión y el empleo, la política anticorrupción, etc.
Para ser más explícito en esto de la transversalidad de la seguridad ciudadana, daremos un ejemplo. Unos cinco mil colectivos informales circulan en las calles de Lima y Callao y hasta diez personas son asaltadas diariamente en estos vehículos. Para acabar con estos asaltos, se debe combatir la informalidad en el sistema de transporte público y la falta de fiscalización en este servicio.
Se combate mejor a los seudo taxistas que cometen asaltos y secuestros al paso en la capital, principalmente en la Vía Expresa y la salida del aeropuerto internacional, elaborando un plan coordinado con la PNP, pero empezando por formalizar el sistema de taxis.
No se escucha nada a los candidatos sobre la formalización del sistema de taxis. Comentan sobre modernización de taxis, programas de casas del taxista para atención a este gremio, pero nada de formalización para combatir a los seudo taxistas asaltantes que cometen delitos en la capital.
Otro error de los candidatos –que también lo cometió el alcalde actual- es abordar el tema de la seguridad ciudadana desde una perspectiva en la que se concibe a la Policía como la única protagonista, sin mirar el problema desde la prevención, ni sus causas o síntomas, sin tomar en cuenta que la teoría criminológica moderna considera que la seguridad ciudadana es mucho más que la ausencia de criminalidad.
Los candidatos no tienen una idea clara sobre lo que es prevención en materia de seguridad ciudadana, que no consiste en llenar las calles principales de cámaras de videovigilancia o crear un mapa de riesgo social.
La prevención en seguridad ciudadana es la capacidad de reacción que deben tener la Policía y el Serenazgo, medida en tiempo, antes de que suceda el evento criminal o minutos después de sucedido el hecho.
La prevención medida en tiempo permitiría que la Policía o el Serenazgo se hagan presentes antes de que suceda el evento o en el menor tiempo posible después.
Planes con objetivo
Los alcaldes deben evitar que las propuestas de políticas sobre seguridad ciudadana se sustenten en medidas efectistas, solo para el contexto político o electoral, para la pantalla o como “cortinas de humo”.
Los planes de seguridad ciudadana deben sostenerse en el tiempo a través de un plan estratégico, con objetivos y metas precisas y cuantificables.
Así se trabajará con resultados y se evaluarán los mismos, en base a la productividad y competitividad, palabras alejadas de la PNP en los últimos tiempos porque la policía ha dejado de ser productiva y competitiva.
La falta de competitividad de la Policía en el tema de seguridad ciudadana hace que otros traten de llenar este vacío y las comisarías- las ventanas de la PNP ante la ciudadanía- se han convertido en dormitorios ambulantes a donde van los policías a descansar después de agotadoras jornadas trabajando para el patrón extrainstitucional, porque el magro sueldo apenas le sirve para sobrevivir los diez primeros días del mes.
Bien de todos
Otro aspecto que también han obviado los candidatos es que no toman en cuenta que la seguridad ciudadana debe ser un bien que llegue a todos los ciudadanos, principalmente a aquellos que viven en asentamientos humanos o barrios marginales.
Para muchos en la capital, la seguridad ha pasado a ser un bien que se compra y vende y que determina la posición social de quien la consume. Los que tienen dinero pueden darse el lujo de tener tres tipos de seguridad: la Policía, el Serenazgo y los policías particulares.
Para los que viven en barrios marginales o asentamientos humanos, la seguridad ciudadana es un bien inalcanzable, algo utópico, y muchos optan por hacer justicia con sus propias manos.
En un futuro, el miedo a la inseguridad va a ser factor esencial para la organización espacial y las relaciones sociales en las grandes ciudades e influenciarán en la configuración del espacio y el urbanismo de las grandes ciudades.
El comisionado William Bratton, el experto traído a Lima por el ex alcalde Alberto Andrade para realizar un diagnóstico de la violencia y criminalidad en la capital, dijo que “si la Policía no cuenta con información actualizada sobre lo que sucede en las calles, no tendrá ningún poder para mantener el orden público”.
Nadie sabe lo que sucede en las calles de Lima, no se cuenta con estadísticas confiables, los organismos oficiales manejan información inadecuada (falta de mapeos geográficos de hechos delictivos en general) y las necesidades prioritarias de la población en cuestión de seguridad varían de una localidad a otra.
El delito organizado ha crecido en las grandes ciudades y los delitos violentos contra la propiedad representan un cambio en los patrones de criminalidad y en la estructura social de las comunidades pobres.
La dispersión institucional y falta de organismos ad hoc para el diseño, formulación, implementación y evaluación de las políticas públicas de seguridad ciudadana promueven una ineficiencia altísima del sistema, ya que se repiten intervenciones sin ninguna coordinación o evaluación, destinándolas, en su mayoría, al fracaso.
La mayoría de las propuestas políticas públicas en el área de seguridad ciudadana se han estrellado con paradigmas o rígidos esquemas mentales, así como posiciones encontradas de las autoridades y la falta de articulación y de mecanismos institucionales de continuidad, seguimiento y control a las mismas.
Por lo tanto, Lima sigue siendo un verdadero laboratorio de políticas dispersas y contradictorias entre sí, sin que hasta el momento se conozcan evaluaciones rigurosas acerca de sus resultados.
¿Qué hacer con las pandillas?
Diseñar una estrategia para actuar con los menores que están inmersos en ese mundo con programas de rehabilitación social que buscan reintegrar a los jóvenes pandilleros.
Crear instituciones orientadas a la reintegración exclusiva de pandilleros y barristas, en las cuales se impartan valores básicos.
El especialista en seguridad ciudadana Gabriel Prado calificó como más eficaz y saludable establecer políticas sociales que busquen el desarrollo de los jóvenes. “No es un problema solo de disciplina, sino de acceso laboral y educativo”, aseguró.
La Municipalidad de Lima debe tomar la iniciativa de conformar una Comisión Multisectorial, a fin de realizar un trabajo grupal para analizar y buscar una solución integral a esta problemática social.
En la comisión propuesta deberán intervenir la Iglesia, los medios de comunicación social y otros organismos afines de la sociedad civil, así como realizar un trabajo grupal para analizar la Ley N°26830 de Seguridad y Tranquilidad Pública en Espectáculos Deportivos y buscar la mejor solución a la problemática de las “barras bravas”.
En los asentamientos humanos, lo que sobran son niños y adolescentes que no tienen ni para comer. Los barristas son producto de hogares sin padres, porque ambos salen a buscar el pan, ganan miserias, pero estos ‘dizque’ barristas usan ropa de marca y, si no la tienen, simplemente la roban.
La planificación familiar debe implantarse como curso obligatorio en los colegios, la prédica de llegar virgen al matrimonio ya es una fantasía.
Los adolescentes tienen sexo y el resultado es un barrista frustrado, un delincuente en potencia.
Los primeros responsables de los desmanes cometidos por los criminales de las mal llamadas “barras” son los propios clubs, pues estos no solo incentivan el pandillaje o guerra entre barras, sino los encubren, les dan entradas gratis a los partidos (muchos de los barristas no son más que delincuentes, drogadictos, pandilleros asesinos y/o matones a sueldo).
Símbolo de dinero
• La seguridad ha pasado a ser un bien que se compra y vende y que determina la posición social de quien la consume.
• El urbanista norteamericano Mike Davis afirma que la seguridad física se ha convertido en un símbolo de estatus.
• En determinados distritos, los edificios y las áreas de vivienda incorporan el concepto de “espacio defendible”, propio de los castillos y fortalezas de otros tiempos.
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